Histórica noche del genial base (48+11) para unos Hawks que roban el factor fancha ante unos Bucks negados en el tiro. Capela logró la canasta decisiva.
Con Trae Young como jugador franquicia no se puede llegar lejos. Sí, anota mucho, pero… Mucho highlight peeeeero… ¿Y la defensa, qué? Lo coristas que aireaban dudas en torno a Trae desde su llegada a la NBA seguramente bajarán la voz en cuanto terminen para Atlanta Hawks. Que no terminan: podrían haber perdido con los Knicks en primera ronda y deberían haber perdido con los Sixers en segunda. Pero llegaron a la final de Conferencia, algo exótico para la franquicia desde el traslado a Georgia. Un terreno que no pisó Dominique Wilkins (por culpa, básicamente, de Larry Bird y los Celtic). Y al que llegó en 2015 un equipo entrenado por, precisamente, Mike Budenholzer, ahora cuestionadísimo inquilino del banquillo rival. Aquel equipo que ganó 60 partidos (Paul Millsap, Kyle Korver, Al Horford, Jeff Teague, DeMarre Carroll, Dennis Schröder…) fue arrasado (4-0) por los Cavaliers en esa final del Este de hace seis años. Así que esto es terreno desconocido para Atlanta Hawks: 113-116 en Milwaukee y 0-1 a su favor. A tres victorias de las Finales. Desde la mudanza St Louis-Atlanta, lo nunca visto. Hablamos de 1968.
La llegada de Trae Young a la NBA fue desde un draft de 2018 que va camino de ser uno de los mejores de siempre. Y no parece ahora mismo una exageración mientras esa camada saca pecho en estas finales de Conferencia. Con Mikal Bridges, Kevin Huerter y, claro, DeAndre Ayton (el hombre del Vallley oop) y Trae Young. Dos jugadores perseguidos por la sombra de Luka Doncic: Ayton fue número 1, dos puestos por delante del esloveno. Trae fue cinco, dos por detrás, pero los Hawks lo intercambiaron tras hacerse con el ex del Real Madrid). Y dos que, por muy bueno que sea Doncic, que lo es, están marcando su territorio y enterrando las comparaciones: cada uno está bien donde está.
Trae, porque el baloncesto a veces sí se puede simplificar tanto, es la razón por la que los Hawks ganaron en Wisconsin y rompieron el factor cancha. Por la que su equipo sigue soltando dentelladas y sorprendiendo, rompiendo pronósticos: es un 6-2 ya fuera de cada en playoffs. Del ruidoso Madison Square Garden al hostil Wells Fargo Center de Philadelphia y de ahí, casi sin tiempo para respirar, a un Fiserv Forum que primero parecía arrastras el shock dramático de todo lo que arrastró la serie contra los Nets y después terminó con la inquietud de haber visto a uno de esos jugadores que te pueden ganar. Los Hawks ganaron tres veces de cuatro en pista de los Sixers. Y han ganado a la primera en una cancha que estaba invicta en playoffs después del paso de Heat y Nets. Los Bucks siguen siendo favoritos, incluso muy favoritos, pero los Hawks no son ninguna broma.
Trae (22 años) fue all star en 2020 pero no repitió esta temporada. Cosas seguramente del mal rendimiento de su equipo hasta que Lloyd Pierce dejó su sitio a Nate McMillan. Entonces, era 1 de marzo, el equipo estaba 14-20 y era undécimo del Este a pesar de haber hecho mucho ruido en el mercado y haber subido mucho el listón de sus expectativas. Acabó la temporada 41-31 (27-11 con McMillan), ha eliminado a Knicks y Sixers sin factor cancha a favor y ha arrancado con el hambre intacta y sin ningún miedo ante unos Bucks que siguen siendo mejor equipo, se supone, pero que a partir de mañana se enfrentan a una presión monstruosa contra un rival sin nada que perder y feliz entre las llamas del (bendito) caos que está provocando.
Los Hawks, recordemos, tienen lesionado a De’Andre Hunter y Cam Reddish acaba de recibir el alta médica pero no jugó este partido. Y, más importante, tienen muy tocado a Bogdan Bogdanovic (esta vez 4 puntos en 27 minutos). Pero tienen a Huerter (13 puntos) Capela (12 y 19 rebotes), John Collins (23+15)… y a Trae Young, claro. Tienen a Trae Young: 48 puntos, 7 rebotes, 11 asistencias, 17/34 en tiros y una actuación prodigiosa. 12 puntos en el primer cuarto para que la superioridad local no se reflejara en el marcador (28-25), 25 al descanso, otros en un tercer cuarto fabuloso que volteó el partido (26-34) y liderazgo al final, con sangre fría en los tiros libres. Con 111-110 falló Khris Middleton (una constante), y falló Trae pero Capela, entre cuatro rivales, cogió el rebote y anotó. Después los Bucks se la jugaron con un triple horrendo de Connaughton y Trae anotó sus cuatro tiros libres para mantener una ventaja que no cerró un triple final fallado, otra vez, por Middleton.
Es la primera que un jugador supera los 45 puntos y 10 asistencias en una final de Conferencia, donde el récord de puntos lo tiene Michael Jordan en 54, y donde sin pasar de 22 años el tope son los 48 de LeBron James en 2007… y Trae en este partido. Son, recuerdo, los primeros playoffs de su carrera. Y está promediando, más o menos, 30 puntos y 10 asistencias. Con una competitividad asombrosa, liderazgo y ese talento que ya conocíamos, que se le cae de los bolsillos y que para algunos no era suficiente… hasta ahora.
Los Bucks fallaron todo por fuera. Ese podría ser su análisis más allá de otra serie de detalles (como poner a Jeff Teague en pista a la vez que a Trae) que tendrán que repasar hoy en la sesión de vídeo. Pero, básicamente, no metieron nada. Su dominio asombroso de la pintura en la primera parte (42 puntos con un 85% de acierto cerca del aro) se vio frenado por el tiro de tres que de tantos líos ha sacado (y en tantos ha metido, también) a los Bucks: 4/18 en la primera parte, 8/36 total. Un desastre que remarcó el pésimo partido de una estrella tan fiable como Middleton (15 puntos, 6/23 en tiros, 0/9 en triples), que dejó solos a Jrue Holiday (33 puntos, 10 asistencias) y un Giannis Antetokounmpo que acabó en 34+12+9 pero que no fue ni mucho menos el mejor jugador en pista. Fue Trae Young, que dejó claro que por mucho mérito que tenga haber llegado hasta aquí, todavía no ha planificado las vacaciones. Así que alerta máxima para los Bucks mañana, en el segundo partido antes de viajar a Atlanta: una derrota es solo un tropiezo, dos serían un desastre.