El Madrid firma una nueva remontada antológica con un parcial de 23-4 y fuerza el quinto partido al límite de sus fuerzas, sin Tavares y con Thompkins lesionado. Garuba, descomunal.
Habrá quinto asalto el martes en Estambul, frótense los ojos. Por la sorpresa, sí, y algo más, mucho más. Porque a la afición madridista se le escapó alguna lágrima de emoción viendo a su equipo pelear exhausto, al límite de todo, cojo, mermadísimo de efectivos, pero henchido de orgullo, de una pasión imposible de explicar, y arrastrándose como puede al objetivo ante uno de los megafavoritos al título, un Anadolu Efes que a estas horas solo ve fantasmas. Ocurra lo que ocurra ahora en Estambul, la reacción del Real Madrid quedará grabada a fuego en los anales de la Euroliga. Otra vez una remontada antológica, que tuvo que construir desde las cenizas del 17-0 inicial al que contestó el Efes con un 14-47 que se intuía definitivo. Otra vez no lo fue. A falta de 7:20 caía 59-72, por 13, y lo volvió a hacer con un parcial final de 23-4. Alucinante. Lasismo en vena. Asistimos a la coronación definitiva de Usman Garuba: 24 puntos, 12 rebotes y 30 de valoración. A su lado, el incombustible Carroll, 38 años, 20 puntos. Y Rudy de cuatro, y un gran Abalde, y Llull…
El Madrid llegaba con la moral alta, pero muy en precario. Tavares era baja de nuevo, cuatro de los titulares en octubre y noviembre andan ahora lesionados o se han marchado, y Reyes entró en la rotación, en el que quién sabe si será su última actuación en Europa. Thompkins, mermado ya de salida, se cayó durante la batalla con molestias musculares. No podía más. Un cuadro desangelado.
Una arrancada de 17-0
Las averías le salieron así al bólido blanco durante la marcha, pero con el subidón anímico de los cinco últimos minutos del martes y aquel 19-2 (16-0 final) le dio para otros cinco minutos, los primeros, pletóricos: un 17-0 que dejó a muchos con la boca abierta. El Real a tumba abierta, con el corazón en la mano, defensa zonal que aturdía a un Efes nervioso, que encadenaba fallo tras fallo. Carroll descerrajaba 11 puntos, Garuba era un pulmón y Alocén y Abalde iban hacia dentro para asistir. Había dinamismo, fuerza y emotividad, y también más pérdidas de la cuenta (seis en el primer cuarto).
Ese latigazo inicial aún pudo ser mayor; sin embargo, cuando el Efes se serenó (sin Micic en cancha, por cierto) su juego provocó vértigo en el adversario, era el Efes en estado puro, una máquina de hacer baloncesto con un talento enorme. Primero asomó Simon y luego Larkin y, sobre todo, Beaubois. El escolta francés fue protagonista en la apertura de la eliminatoria en Estambul y esta vez mostró a un nivel descomunal: 21 puntos y 5 de 5 de tres para 25 de valoración tras embocar la canasta inicial de la segunda parte.
Y una contestación de ¡14-47!
Al 17-0, agárrense los machos, los de azul respondieron con un estratosférico ¡14-47 en 14 minutos! Un +33 de parcial antes del descanso que les situó 16 arriba: 31-47. Como si el Madrid hubiera chocado de golpe con un equipo aspirante al anillo en la NBA. Dunston era la argamasa que daba fuerza a los suyos, que terminaba de parar a los blancos en sus incursiones cerca del aro con robos y tapones.
La traca final: 23-4 y Garuba imperial
Lo increíble de ese torbellino turco es que el Madrid fue capaz una vez más de sobreponerse, de volver a caminar aunque fuera arrastras con el quinteto titular, el formado por Alocén, Carroll, Abalde (sus dos faltas rápidas al principio habían hecho daño), Garuba y Tyus. Nadie podía con Usman en las continuaciones, Carroll no se sacaba el aro de entre ceja y ceja… 51-55. Y por debajo de los 10 dentro del tramo vital, ahora con Rudy de cuatro. Les hubiéramos dicho que qué manera de perder, de ovación y vuelta al ruedo, pero ganaron, y de nuevo no sé sabe muy bien cómo, con un Efes aterrorizado e impotente ante lo que se le venía encima. Una vez puede ser casualidad, dos es convertir la hazaña, lo imposible, en rutina: 23-4. Otra muesca para la leyenda de la era Laso. “Mas cerca de ganar la Euroliga”, resumía el técnico.