El talento del MVP MIrotic y de Jokubaitis le da al Barcelona su 27ª Copa del Rey. Entre ambos, casi la mitad de los puntos. El plan físico del Madrid murió en la orilla.
El Madrid cambió de estrategia, ajustes tácticos para trata de imponer su mayor tamaño, un buen planteamiento, un nudo muy diferente y un desenlace con el mismo resultado: la hegemonía del Barça en el Clásico, 10-3 desde la llegada de Jasikevicius al banquillo, campeón del torneo del KO por segundo año seguido (en curso y medio, seis finales de seis y tres títulos), 27 Copas ya el club, a solo uno de su rival. Los blancos pudieron ganar a 60 puntos y perdieron 59-64 con Mirotic de MVP. Taylor disputó un partido fantástico, Deck cargó con todo para avivar el fuego, pero finalmente el talento se abrió camino, el de la estrella culé (19 puntos, 15 en la segunda parte) y el de Jokubaitis (9 de los 12 en último cuarto), que aportaron la mitad de la anotación del triunfador. Del 23-7 del minuto 7 a la normalidad reciente de la segunda parte: 30-46. Del 4 de 23 en triples merengue al 20 de 24 blaugrana desde la personal con 33 balones perdidos entre ambos.
El Madrid salió con los puños tan apretados, que se clavaba las unas en la palma. Ambición máxima de desquite, de sacudirse ese dominio del Barcelona que le inquietaba y que no quería que se apoderara de él. Concentración y tensión extremas para tratar de significarse desde la defensa. La apuesta inicial de Laso, la de por la mañana con los descartes, ya indicaba por dónde podía ir el plan. Hombres grandes a tutiplén para asfixiar a los azulgranas. Abalde, Taylor, Deck, Yabusele y Poirier en el quinteto de salida. De dos metros para arriba, intercambiables atrás casi en cualquier posición y muy activos en la ayuda, por momentos pareció un ballet de fuerza por la sincronización. Por primera vez en la temporada en los cara a cara, en la Supercopa en la que ganó el Madrid, y en los otros tres Clásicos que se llevó el Barça, los culés no tuvieron ni una sola ventaja en los tres primeros periodos. En los cuatro choques anteriores la renta mínima que alcanzaron fue de 12 tantos. La diferencia era sideral, con un listón físico que el Real colocó altísimo.
Las rotaciones volaban y ya en el último minuto del primer cuarto, el 19-3 era para frotarse los ojos (5 tantos al final del acto, que iguala el récord negativo de la Copa). La brecha tocó de nuevo el +16 (23-7) y un triple de Kuric y un par de desajustes en la ayuda de Tavares concedieron dos canastas hechas a Sanli. Al descanso, 29-18, casi, casi balonmano.
El quinteto de demolición y la lesión de Hanga
El quinteto de demolición blanco había vuelto antes del intermedio y siguió luego. Lo que le daba a los suyos por un lado empezaba a quitárselo por el otro. Faltaba creatividad, anotación, y en el otro lado surgía imperial Mirotic: un 2+1, dos triples y dos tiros libres sin fallo (11 puntos y 14 de valoración en el tercer periodo). Yabusele empezaba a flaquear y solo un par de carreras por errores del Barça descongestionaban a su equipo. El empuje de Deck en un par acciones con todo a por el aro, sendas canastas de talento de Heurtel y un triple de Rudy mantenían arriba al Real (46-41). Parecía disolverse como un azucarillo…
Sanli en el 2×2 con Laprovittola y un triplazo frontal de este más una entrada de calidad de Calathes consumaban la remontada: 46-48, minuto 32, después de un parcial de 23-41. Tendencias inversamente proporcionales, aunque la cosa tampoco era para que los de Jasikevicius lanzaran cohetes. Bueno, Jokubaitis, sí. Los ponía en órbita.
Dos 2+1 del base lituano en cascada vistieron medio trofeo de azulgrana: 53-59 a 2:25. Heurtel, con tres faltas no pisó la pista hasta que restaban 4:19, demasiado tiempo en el banco en medio del apagón general, de una ofensiva previsible en la que Llull reincidió en el error (1 de 6 en medio cuarto). El francés y el menorquín, cuando regresó por un Hanga lesionado (rodilla izquierda), sacaron lo último que les quedaba dentro: empate a 59. Deck marró una entrada que parecía hecha y ahí se acabó la final porque Mirotic sentenció desde la personal. Un Clásico diferente, pero que ratifica la hegemonía culé.