Un triple espectacular de LeBron James en el último minuto decantó la balanza a favor de los Lakers, que vencieron a los Warriors y jugarán ante los Suns.
Tremendo espectáculo. LeBron James dijo que no le gustaba el play-in, pero ha sido el que lo ha puesto patas arriba a última hora. Los Lakers se salvan de jugar más y miran ya hacia los Suns, su rival en las eliminatorias a partir del fin de semana. Los vigente campeones se libraron de los Warriors, que opusieron resistencia hasta el final, para ganarse el séptimo puesto de la Conferencia Oeste. LeBron, como buen héroe, fue el que dijo la última palabra: un triple de bella factura en el último minuto fue lo que terminó con el rival, con Curry no sabiendo responder ante lo que su vecino de Akron había hecho: un triple a su estilo.
Fue una noche de muchas alternativas, con los Lakers jugando flojito sólo hasta que James cambió el partido y Davis empezó a tener la confianza de hacer todo lo que sabe hacer. No sólo Curry sino Wiggins, Bazemore, Poole o Toscano-Anderson, todos dieron un nivelón para hacer sufrir a los angelinos, que deben hacer los deberes de cara a su primera serie. De hecho el control fue, casi de pleno, de los Warriors. Tiene valor su coraje, su actuación y deberán mostrar esa calidad ante los Grizzlies, su rival para cazar el último billete.
Antes de que los Lakers se encaminen para jugar contra los Suns en playoffs deben hacer examen de conciencia. Dejaron vivos a unos Warriors sin Thompson, Wiseman y Oubre, un plantel de circunstancias, no usaron a Marc Gasol, papel testimonial de Harrell y Drummond, infravaloración de Wiggins o Poole, no fue el tercero en discordia Kuzma un día más, etc. Le queda en el debe a Vogel y sus jugadores, aunque una victoria con tanta adrenalina usada en el final es digna de ser celebrada por todo lo alto.