Los Clippers, con un Leonard casi perfecto, arrollan a los Mavs y empatan la eliminatoria. Luka, muy lastrado por su lesión cervical.
Alegría efímera en Dallas. Si antes del partido todo era esperanza, alimentada por la confirmación de que Luka Doncic estaba disponible para el partido; tras él, todo son dudas, preocupación y hasta miedo. Los Clippers, trazando un trayecto inverso al de la temporada pasada, han empatado la eliminatoria (2-2) y lo han hecho, además, de forma abrumadora: con una paliza sin matices (81-106), de principio a final y dándole la razón a Paul George cuando decía, con 2 a 0, que “no estaban preocupados”. Un jugador como el esloveno lo condiciona todo, y hoy lo hizo en muchos sentidos. Tyronn Lue, de inicio, disponía un quinteto pequeño, sin Ivica Zubac, ni ningún pívot puro, y con un mensaje claro: tejer una tela de araña para cazar a la estrella rival. Funcionó, pero no tanto por su acierto táctico como por el estado del base, muy lastrado por su distensión cervical, con cintas kinesiológicas dejando en evidencia que su presencia suponía un esfuerzo tremendo y, a pesar de todo, siendo todavía el líder de los suyos. Loable, pero insuficiente, porque los superhéroes, en la realidad, también caen. Y, en manos de alguien como Kawhi, con ese semblante que esconde todo tipo de sentimiento, no se puede esperar piedad.
La mejor noticia para Dallas, ahora mismo, son los dos días de descanso que median hasta el próximo asalto de la serie. Hoy, todo titular a su favor se esfumó de inmediato. Y eso que Kristaps Porzingis, el más señalado tras la última derrota, salía con ganas de reivindicarse. Desde la media distancia, ganándose el espacio y girando delante de su defensor. Copia y pega para el letón, que anotaba los primeros cuatro puntos del partido. La máxima ventaja de Dallas a lo largo de todo el partido. Si los Mavs salían con una marcha más desde el inicio (un espejismo), los Clippers, con dos, con una intensidad defensiva que llevaba a pelear por los balones en el suelo, que ensuciaba de barro (la realidad). En medio de todo ello, Doncic se demoraba en sus trucos, que hoy se disfrutaban a cuentagotas. El primero no llegaría hasta consumidos los primeros siete minutos de partido, con un alley-oop para Finey-Smith desde el centro de la pista. En medio de todo ello, Rick Carlisle también innovaba, otorgando los primeros minutos a un Boban Marjanovic ovacionado desde las gradas y de impacto inmediato, pero fugaz, con cuatro puntos seguidos. Seguramente, el único momento de gozo para los aficionados, que contemplaban a un Kawhi sin fallos y un Luka sin aciertos. Jalen Brunson, con un triple sobre la bocina, reducía la distancia a nueve puntos antes de cerrar el parcial (22-31), pero las sensaciones eran las que eran: los Clippers, con todo y contra Doncic, negado de cara a canasta.
Y se confirmarían. Además, agravadas por las ostentosas muecas de dolor de Luka, que apretaba los dientes y se llevaba la mano a su cuello, cubierto con esas cintas que intentaban hacer su trabajo, pero que eran insuficientes ante el esfuerzo exigido. Uno que venía impuesto por unos Clippers cercanos a su mejor versión, con Leonard mostrando su lado más cíborg y Pau George sumándose a la causa. Acción tras acción, no había espacio para el error. Al término de una primera mitad totalmente dominada por los visitantes, con hasta 19 puntos de diferencia (que se quedaban en 16 al descanso, 45-61), 80% de precisión en el tiro para Kawhi y 50% para George. Y su perfección se impregnaba, claro, con un acierto general que se iba al 52,4% en tiros de campo y al 41,2% en el triple, a la altura de lo que son: el mejor equipo de la NBA desde la larga distancia. Delante, 3 aciertos de 18 intentos desde el perímetro que dejaban algo muy claro: el partido no era como los anteriores de la serie. Y así fue. Sin capacidad de reacción en la segunda mitad y con unos Clippers que bajaban las marchas, pero seguían sumando. Al final del partido, 29 puntos, 10 rebotes y 3 asistencias para Kawhi, con 11 de 15 aciertos en tiros de campo y un 2 de 3 en triples. Pau George, a su estela, con un 29+9+3. Nicolás Batum, con un 10+5, Reggie Jackson, con un 15+5, Marcus Morris, 9+8, y Rajon Rondo, 7+5+4, completaban la letra pequeña de una sentencia que, en el último cuarto, dio paso a los menos habituales.