El escolta del Barça rompe al Madrid con 14 de sus 25 puntos en el tercer cuarto para acaudillar un parcial demoledor de 0-17 que hizo saltar por los aires el primer duelo.

Hay jugadores predestinados, por talento, físico, trabajo, dureza mental y ambición, a escribir historias de éxito en el baloncesto. Deportistas determinantes, que marcan la diferencia entre llevar a su equipo por un camino corriente o empujarle por uno de éxito. Y uno de ellos es el escolta estadounidense Cory Higgins, que este lunes cumplirá 32 años. El ahijado de Michael Jordan dinamitó la final (75-89) cuando su Barça no sabía si levantarse o zozobrar ante un Madrid con serios problemas para generar juego, con un perímetro agotado por el calendario, mermado por las lesiones y envejecido por los años, pero que a la vez abrasaba al enemigo en el rebote ofensivo (21 a 9), números disparados por el paupérrimo porcentaje local en el lanzamiento. Higgins agarró un duelo en el que primaban las defensas por la solapa a base de latigazos de clase en el uno contra uno. Hasta diez puntos seguidos para romper el duelo, 14 en el tercer cuarto y 25 totales con 8 de 11 en tiros de campo. Un talento boyante en la línea exterior del que carece el Madrid, una pieza que da títulos, o te acerca a ellos (1-0 manda el Barcelona).

La principal arma de destrucción blanca en este momento es el rebote. Lo sabía el Barça, no pudo defenderse del daño que la causó de salida (siete rebotes ofensivos menos al descanso), un arranque pletórico (9-0) del campeón de la fase regular con Tavares como rey del escenario, Alocén de base y Abalde de vuelta tras dejar atrás el coronavirus. Tyus, con un Mirotic que sigue desacertado. Jasikevicius recurrió pronto a Gasol, que pisaba una final ACB 20 años después, y a Kuric. Entre los dos activaron al Barça. Pau plantó cara a Edy en la batalla reboteadora y con su buena lectura de los espacios y de los cortes anotó un par de canastas sencillas. La entrada de Llull forzó otro repunte del Madrid (28-19), pero el duelo era de las defensas. Mal en ataque los azulgrana (y muy mal desde la personal) y peor el Madrid, con unos porcentajes bajísimos, que no alcanzaban el 40% en la primera parte. Las dos faltas de Llull y las tres de Alocén, llevaron a Abalde al timón, entonces los culés redoblaron la presión. Nadie le acompañó (más allá de Poirier con un par de asistencias), perdió un par de balones y tuvo que jugarse algún otro al límite. Un nuevo arreón de Kuric, con dos cañonazos, igualaba el pulso a 32. En la reanudación, Alocén, Abalde y Tavares pegaron otro estirón, el último del Madrid: 44-37. Alocén acababa de cometer su cuarta falta completamente evitable tras bajar el brazo en una penetración clara de Higgins… Le llegaba la hora a Courdon, su nombre completo, que iba a hacer saltar por los aires el primer duelo. Encadenó diez puntos y dio la vuelta al calcentín como un virtuoso amo de casa ante de guardarlo en el cajón. Un visto y no visto, la balanza cambió de sentido como si hubiera caído una roca a plomo sobre un de los platillos.

Con Higgins imparable (14 tantos sin fallo en el tercer acto), el Barça construyó un parcial de 0-17 en cuatro minutos hasta el 44-54. Y había aparecido Mirotic para rematar, que vio el campo abierto y sin vallas cuando Laso junto en pista a Tavares y Poirier por su reducida movilidad. El de Podgorica voló libre como un pajarillo para enchufar de tres. Una solución de emergencia, por la cuarta falta de un Garuba intrascendente (-6 de valoración), que no funcionó. El arranque del cuarto periodo confirmó que no había final, cuando Davies ya imprimía un poste tras un matazo sobre Alocén.

La ventaja de cancha del Madrid saltó por los aires en el tercer cuarto, el título está ahora en manos del Palau. Este martes, al filo de la medianoche, la victoria le daría al Barça su primera Liga en siete años. Mostró más argumentos, más plantilla y más talento; menos rebote, eso sí. Lo tiene a tiro, aunque el Madrid todavía no ha caído, deberá derribarlo.

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