El camerunés volvió de su lesión y lo hizo contra su archirrival. Saltaron chispas entre Towns y todos los 76ers, que no olvidan la pelea de 2019.
Todo volvió a la calma entre ellos pero porque no habían cruzado. La última pelea importante en la NBA tuvo lugar en 2019, con un enfrentamiento entre los Sixers y los Wolves, un Jimmy Butler que tomó partido con claridad y un choque de trenes entre Joel Embiid y Karl-Anthoy Towns que terminó con este segundo en el suelo y pidiendo clemencia mientras le aplicaban una llave propia de John Cena, la megaestrella de la WWE. Una imagen dantesca. Ha pasado parte de la pandemia, una baja dolorosa para el dominicano, los equipos han extremado más sus posiciones en la clasificación y demás, pero la animadversión continúa.
Choque de puños protocolario y poco más. Luego, exhibición de un Towns picado en el regreso de Embiid. El camerunés regresó a la acción tras estar diez partidos fuera por una lesión en la rodilla izquierda y no supo escoger mejor día para hacerlo. Un póster y un tapón abrieron la veda y los jugadores de los 76ers reaccionaron con tirantez y aspereza, como recordando lo ocurrido hace ya dos años. A ello se unió que Towns era una de las pocas amenazas contra ellos.
Los ojos se revolvieron en las cuencas de los espectadores que vieron a Embiid agarrar casi del cuello a Towns en una jugada del cuarto periodo. Towns, que había machacado sobre la cabeza de Embiid en la primera mitad, se iba con todo hacia el aro nuevamente, pero el interior de los locales lo impidió con una acción que tuvo que ser revisada. El africano le pidió disculpas a su contrincante, sabiendo que no había sido violento en la jugada pero era susceptible de recibir una amonestación por antideportivo, ante lo que el americano respondió con un gesto de enfado no enmascarado. Embiid recurrió a los tiros libres, metiendo 12, para salvar su noche, mientras que Towns se fue con 39 puntazos pero con la derrota al hotel.
De un inicio poco animado se pasó al intercambio de golpes. Sin que llegara la sangre al río, pero subiendo la temperatura por momentos. La calentura de Towns activó a Embiid, que lo poco que hizo sirvió para que los Sixers tomaran algo de ventaja en el segundo cuarto. Ahí respondió Edwards (27), el otro segundón de la noche junto con Harris (36), para que los Sixers no se fueran definitivamente. Simmons se unió a la fiesta, los locales subieron el ritmo y las sensaciones eran ya buenas para ellos. Los Wolves estaban tirando de puro talento individual, sin Ricky Rubio -por molestias en la espalda- de nuevo en la cancha, y con ello supieron exprimir sus opciones hasta donde pudieron. La defensa de los de Finch sí dejó que desear, con razón son el peor equipo del Oeste, y por ese hueco se les fueron las fuerzas. Estabilizada la ventaja en los quince hasta que empezó el último periodo, tiranteces aparte, los Wolves lograron rebajarla a cuatro a falta de dos minutos, pero su incapacidad para frenar acciones sencillas de bloqueo y poste dieron a los 76ers el empuje definitivo.