Los blancos no fallan ante el Gipuzkoa, que sucumbió en el segundo cuarto. Descansa Tavares, Tyus firma su mejor partido con el Real y el perímetro dicta sentencia.
AVANCE| El Real Madrid tiene una fecha marcada en el calendario, la del próximo jueves, la que le enfrentará al Fenerbahce y la que decidirá su futuro en la Euroliga. Lo hará ante a un rival sin, con total seguridad, una de sus principales figuras, Jan Vesely, y con el manto de la duda arropando a otra, Nando de Colo. Lo hará también dependiendo de sí mismo: si los de Pablo Laso ganan, estarán en los playoffs de la máxima competición continental. Es inevitable mirar la fecha de reojo, aún más cuando el rival, que llega lanzado, está en disputa por el factor cancha; pero también hay que mirar al frente. Y ahí, hoy, estaba un Acunsa GBC que aguantó lo que aguantó: un cuarto. En el segundo, el Real despegó y ya no aterrizó (97-71), con un vuelo que espera mantener hasta el final de semana.
No estaba Tavares, que ya forzó ante el Olympiacos y hoy se quedó a buen recaudo. Alocén, que llegaba con alguna que otra molestia en un dedo de su mano izquierda, fue cambiado al mínimo signo de peligro, ya en el tercer cuarto. No está la cosa como para tontear con las ausencias, ahora que, al parecer, no han sido suficientes para parar el crucero internacional. Los que están, están, contra viento y marea; aunque hoy se encontraron aguas tranquilas: las de un colista que intentó golpear mediante Radoncic, pero que se quedó en un par de toques de atención durante el primer acto. Ahí murió su partido y ahí empezó el vendaval blanco.
El banquillo, mientras, disfrutaba. Ya llegará el sufrimiento. A 3:15 minutos del final, tiempo muerto y, en el banquillo visitante, a pesar del marcador, a pesar de lo que se estaba viendo sobre la pista, ningún grito. El silencio de la derrota. En este caso, del que ha hecho lo que ha podido, pero no le ha dado. Siendo colista y ante el líder, la cuesta es de Tourmalet. Pablo Laso, sin embargo, es Pablo Laso: aunque llueve o brille el sol más intenso. Un pacial de 0-5 al inicio del último cuarto hizo que su voz retumbara, hoy especialmente, en un WiZink vacío. Lo rompía Tyus con un mate, el quinto para él en el partido: su partido. No era un gran pase, pero hoy lo hacía todo especialmente, y raramente (al menos para lo visto hasta el momento), bueno. Garuba, ya puesto, se sumaba a la fiesta del triple para enterrar cualquier indicio de rebeldía. La misma que los blancos deberán mostrar el jueves. Hay que marcar de verde ese número en el calendario.