Los blancos, después de siete derrotas en 10 partidos, perdían por 74-81 con el Armani Milán a menos de tres minutos. Llull recompuso a los suyos: triple, prórroga y 7 puntos más.
El Madrid llegaba en una racha atroz de derrotas, siete en diez partidos, cuatro seguidas en la Euroliga con una paupérrima media de 57 puntos encestados, y todavía peor de sensaciones. Y para colmo, la piedra en el camino era de las grandes, el implacable Armami Milán en un pulso directo por la segunda plaza. Los blancos pudieron ganar o perder, pero jugaron bien sacudiéndose la presión de la crisis galopante en la que cabalgaban. Inteligencia y equilibrio, buen baloncesto para triunfar en la prórroga (92-88) con un Llull monumental, por coraje, para forzar el tiempo extra y decidir luego pese a los apuros (20 tantos). No estuvo solo el capitán: Yabusele volvió por sus fueros y apareció el Deck más añorado (15+6 y 22 de valoración). Y surgió Williams-Goss, el deseado. A ratos, sí, aunque siempre centrado y con un inicio magnífico. El lunar lo dejó Tavares por su expulsión. Tenía razón en la queja, la perdió en las formas.
Los de Laso controlaron el rebote, lanzaron bien (aleluya, gritó alguno: 26 de 43 de dos y 10 de 27 de tres) y solo extraviaron 10 balones ante un adversario durísimo, con Devon Hall (21 puntos) como capo en ausencia de Sergio Rodríguez y de Shields. Los locales, eso sí, agradecieron que Melli (18) fuera de más a algo menos.
Apenas 24 horas después de la remontada del Bernabéu ante Mbappé, hubo sinergia de club. Otro triunfo de casta, tirando de heroica con otros condicionantes. Uno que le permite abrazar la segunda plaza de la Euroliga, ahora una victoria por delante de la escuadra italiana con la nueva clasificación sin los clubes rusos (aún no oficial).
La presencia de Deck, que no pudo jugar en Belgrado por no estar inscrito cuando se aplazó ese choque, dio al Madrid equilibrio, un balance diferente, más cercano al aro con esa capacidad que tiene el argentino de generar cosas con su juego de espaldas y esa manera tan brava de encarar la canasta. Una buena solución para combatir el 17% en triples de sus últimos cuatro duelos europeos (18 de 104). Ante el desacierto en el perímetro, no tocaba más madera en el lanzamiento, sino menos fuego a discreción a cambio de acercarse al aro.
Deck era un recurso magnífico, y también Williams-Goss, que quiere renacer. Lesionado en un dedo de la mano izquierda, no se borró y dio un paso al frente. Esos tiritos pisando la zona con su defensor detrás o a un lado, o de media distancia, eran pura vida para su equipo. Un segundo recurso para recuperar la fluidez. Ayudó bastante el gran trabajo inicial de Tavares bajo el aro y la recuperación de Yabusele, porque alguien debía meter alguna de tres para abrir algún espacio en la defensa lombarda.
En el Armani, sin el Chacho, Shields y Datome, apareció Alviti con ocho tantos en el segundo acto, y ahí estaba Melli y el tirador Daniels, también Hall. El Madrid cogió el toro por los cuernos (25-16) y en un cuarto apiló la mitad de la anotación de particos anteriores completos. Sin embargo, la primera rotación completa, con Heurtel al mando, cambió el nuevo balance y regresó al anterior. El bloque se paró, incluso se bloqueó. Hubo otro tirón con el regreso de Goss y Deck, y un triplazo de Daniels despedía la primera parte: 41-41.
En la reanudación, mismas armas pero con Llull. Funcionaba, pese a la respuesta de Melli y Hall, hasta que en el minuto 24 Tavares perdía los papeles y se iba expulsado. Había recibido dos faltas no pitadas y soltó el brazo y protestó. Antideportiva y técnica, descalificado, lo que dejaba a sus compañeros en la estacada. Y no es ni la primera ni la segunda vez, le toca reflexionar. Seis tantos de Llull trataban de capear el temporal.
Laso parecía no encontrar el quinteto e incluso así Heurtel igualaba a 74. Y en seguida tres fogonazos visitantes y una nueva técnica (a Poirier) parecía decantar la partida del lado rosso: 74-81 y menos de tres minutos. Deck cargaba, la defensa respondía con el argentino sobre Hall, el manejador del Armani, y Llull igualaba a 81 con un triplazo. Nadie volvió a sumar y… prórroga servida. La que dio la bienvenida a un Madrid encorajinado, con dos libres de Deck y un triple y dos canastones de Llull: 90-83 a 1:46 de la bocina. Y ahí reincidieron los blancos en errores pasados, se quedaron solo en manos de Llull, cansado y vigilado, y con Williams-Goss en un lateral. Los de Messina se colocaron a dos (90-88) y posesión a falta de 9 segundos, pero Delaney, al tratar de recibir, arrolló a Llull. El capitán sentenció. El Madrid saca el orgullo, sinergia de club.