Varios jugadores abandonan los equipos rusos, al menos momentáneamente. La Euroliga, además, tiene un problema con una normativa de la UE.
Que la Euroliga haya, como primera medida importante, asegurado su intención de recolocar los partidos de los equipos rusos como locales en terreno neutral puede no ser suficiente. Dejando de lado la intención del Zalgiris de ni siquiera jugar esos encuentros, enfrentándose a posibles sanciones no sólo deportivas sino económicas (no aceptadas) u organizativas (la expulsión), las reuniones se seguirán realizando según se vayan sucediendo los acontecimientos en el conflicto bélico que existe entre Ucrania y Rusia. La competición tiene este año tres equipos de nacionalidad rusa: uno tiene licencia permanente (CSKA) y los otros dos son invitados (Zenit y Unics).
En los jugadores está el primer impedimento para que la competición pueda desarrollarse con facilidad. A la salida de Tornike Shengelia, ala-pívot georgiano que ya había tenido problemas en el equipo por razones gepolíticas y culturales, del CSKA de Moscú se ha unido la de Gabriel Lundberg, danés y ex de equipos españoles como Manresa o Canarias. El mismo camino seguirán en las próximas horas el alemán Johannes Voigtmann, el lituano Marius Grigonis y el nacionazalido como ruso pese a ser ucraniano de nacimiento Joel Bolomboy. Estas cinco bakasbajas han sido confirmadas por los moscovitas en un comunicado en el que resalta que “es una violación de los términos de los contratos” que “el club tratará como situaciones personales entendibles”. La situación de los cuatro se resolverá cuando se calme la guerra entre Rusia y su país vecino, advirtiendo que puede haber “futuras consecuencias” porque los contratos sigan en vigor. Pero en los otros dos clubes no se salvan. En el Zenit se ha confirmado la baja de Shabazz Napier, que justo hubiera regresado a la acción la semana pasada (y con el que se intoxicó propagandísticamente que su salida tenía que ver con una incapacidad física y no con la situación bélica), y pronto, según avanza el periodista lituano Jonas Miklovas, se podrían sumar sus compatriotas Mindaugas Kuzminkas y Arturas Gudaitis, también de origen lituano. En el Unics, de momento, no hay novedades confirmadas en plantilla aunque Jarrell Brantley podría volver a su país en las próximas horas.
En la capacidad de movimiento de los rusos está la otra pata de la mesa. La Unión Europea, como parte del paquete de sanciones impuestas a Rusia, ha cerrado el tráfico aéreo a operadores de aquel país. Los partidos en terreno neutral, por tanto, también corren peligro. Turquía, que no es parte de la UE y tiene capacidad de acoger estructuras de baloncesto, es la opción más plausible que se baraja si se quiere continuar la competición. Pero también hay otra medida política que es una nube negra sobre las cabezas de la ECA, la recomendación de Estados Unidos a sus ciudadanos de que “deben considerar abandonar Rusia a la mayor brevedad” porque las opciones de transporte para hacerlo van a ir decreciendo rápidamente; los jugadores estadounidenses son advertidos por la embajada, que especifica que “Rusia tiene un nivel 4, No Volar” y la reacción de una parte o la mayoría dejaría más tocada a los tres equipos que disputan este torneo. Organizar un campamento para evitar los desplazamientos, como el que se le facilitó a Toronto Raptors en Tampa Bay durante la temporada 2020/21 (no podían entrar y salir de Canadá), es otra opción sobre la mesa. Supondra otra ronda de contactos entre los clubes propietarios de la Euroliga el aclarar estas distintas problemáticas.
Este lunes la Euroliga tiene una nueva reunión. El medio griego SDNA avanza la existencia de una carta firmada en conjunto por los tres equipos rusos en la que se pide que se aplacen un mes todos sus partidos hasta que el conflicto evolucione a mejor. Los de Kazán están luchando por estar entre los ocho mejores y los otros dos equipos están bien plantados en estos puestos de privilegio, por lo que el torneo se arriesga a perder a tres de sus favoritos.