Los Mavericks, negados en el tiro y sobrepasados en cantidad de energía, dicen adiós a la buena racha. Golpe en la mesa de los Knicks en Dallas.
Se había puesto demasiado larga la caída para los Mavs. Habían subido muchos escalones desde que las dudas, lógicas ante un cambio quizá demasiado inesperado, rodearon la franquicia cuando se traspasó a Porzingis y se recibió a Dinwiddie y Bertans en el cierre de mercado. La racha en la que habían entrado, de resultados pero también de juego, les había situado arriba. Por eso se han hecho tanto daño cuando les han bajado de allí con un golpetazo. Eran cinco victorias consecutivas, se habían sorteado incluso las molestias físicas de Luka Doncic apretando en otras áreas, la integración de los exteriores estaba siendo magnífica y Kleber y Powell habían dado un paso al frente como interiores, el esloveno miraba el MVP con ojos de cielo y se podía decir que Dallas estaba en el sendero adecuado. Se acaba aquí, al menos por el momento, la buena vibra. Perder por 30 puntos en tu casa es un trago amargo; perder así ante estos Knicks, tan alejados de la ilusión que portaban el año pasado, recrudece ese irremediable sabor. No es el final de una historia, no lo parece, y los Mavericks siguen bien posicionados en la Conferencia Oeste, es un resbalón en el que se va a tener que analizar si los problemas esstaban ya ahí y escapaban a la visión de todos o se trata de una única noche aciaga.
Los de Thibodeau rascaron una victoria más y hacen la reflexión contraria. Sigue quedando algo de eso que hizo creer a su afición. Tienen una racha de tres triunfos encadenados y van con el turbo puesto buscando el último puesto que dé acceso a la postemporada. Sacaron de la pista a los Mavericks por ambición, por ejemplo agarrando 18 rebotes más que ellos. Ni siquiera fue una exhibición en ataque, se hizo lo correcto y ahí quedó una diferencia abismal que va a hinchar de poder esos pulmones. Están a tres triunfos del corte del décimo puesto, para unos Hawks que se han venido todavía más abajo que ellos respecto a la temporada pasada, y a cuatro del noveno, para unos Hornets muy irregulares, con los Wizards agregados a esta apasionante pelea.
Las jugadas hiladas para los tiros exteriores no salieron tan fluidas como en el último mes y el resultado fue un desastre un tanto sonrojante. Los Mavs anotaron sólo seis triples, de los cuales Doncic aportó la mitad, en 44 intentos: 13% de acierto. Entre Bullock, Brunson, Bertans y Kleber, 0/22. Insoportable. Las acciones de calidad individual de Luka soportaron el peso del ridículo toda la noche. El equipo local estuvo bordeando esa línea hasta el final: de irse al descanso con un horrible 34-61 en el electrónico a cerrar con una última manga de 12-24 en la que no se maquilló sino que se empeoró más.